“El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá de tu luz como el alba y tu sanidad se dejara ver enseguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia.”
Isaías 58: 6-8
El Señor quiere que seamos pobres en espíritu pero ricos en bondad, amor, compasión y misericordia. El evangelio no es una ideología ni una filosofía, ni solamente una doctrina que aceptar, es un estilo de vida que practicar, es el amore en acción. Pero no una acción compulsiva, esporádica; sino la que naciendo de un corazón de carne tiene un propósito bien claro y definido: la salvación de las almas.
El Ministerio de la Bondad nos orienta para que nuestro servicio al prójimo, y en especial a los más desfavorecidos, pueda ser en todo momento y circunstáncialas el que Jesús prestaría, y llevarlo a cabo con el mismo espíritu de bondad que él.