El Evangelismo

El Evangelismo

Ellen G. White

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“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: ‘Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.’”
Mateo 28: 18-28

“A nosotros también se nos da la misma comisión. Se nos ordena que avancemos como mensajeros de Cristo, a fin de enseñar, instruir y persuadir a hombres y mujeres […]. A nosotros también se nos asegura la permanente presencia de Cristo. Sin importar cuales sean las dificultades con las cuales tengamos que contender, ni las pruebas que debamos soportar” (p. 13)

“Necesitamos mayor intensidad en la causa de Cristo. El solemne mensaje del evangelio ha de ser predicado con una intensidad que impresione a los no creyentes de que Dios esta obrando con nuestros esfuerzos, de que el Altísimo es nuestra fuente viva de fortaleza.” (p. 521)

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“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: ‘Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.’”
Mateo 28: 18-28

“A nosotros también se nos da la misma comisión. Se nos ordena que avancemos como mensajeros de Cristo, a fin de enseñar, instruir y persuadir a hombres y mujeres […]. A nosotros también se nos asegura la permanente presencia de Cristo. Sin importar cuales sean las dificultades con las cuales tengamos que contender, ni las pruebas que debamos soportar” (p. 13)

“Necesitamos mayor intensidad en la causa de Cristo. El solemne mensaje del evangelio ha de ser predicado con una intensidad que impresione a los no creyentes de que Dios esta obrando con nuestros esfuerzos, de que el Altísimo es nuestra fuente viva de fortaleza.” (p. 521)

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